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Frustración: Cómo acompañar y alentar a los colaboradores cuando se sienten abatidos

Escrito por ManpowerGroup | 29/07/25

En el entorno laboral, el feedback o la retroalimentación es una herramienta poderosa para el desarrollo. Sin embargo, no siempre es recibido de la mejor manera. A veces, una observación sobre el trabajo puede desencadenar sentimientos de frustración, inseguridad o desánimo, especialmente si el colaborador la interpreta como una crítica a su valor personal ¿Qué pueden hacer los líderes para que esos momentos no se conviertan en obstáculos, sino en verdaderas oportunidades de crecimiento?

Detrás de la frustración, hay algo más

Cuando una devolución genera malestar, es importante comprender que muchas veces la emoción está ligada a miedos más profundos: no estar a la altura, decepcionar al equipo, perder la confianza o incluso temer ser reemplazado. Por eso, más allá del contenido del mensaje, importa el modo en que se transmite y cómo se contiene a la persona que lo recibe.

Una estrategia efectiva es abrir espacios de diálogo donde el colaborador pueda expresar cómo vivió ese feedback. Escuchar activamente, sin interrumpir ni descalificar lo que siente, genera un entorno seguro. En lugar de apurarse a “aclarar” o “justificar” la devolución, es preferible sostener desde la empatía y mostrar que hay disposición a acompañarlo.

Claridad, orientación y reconocimiento

El siguiente paso es reforzar la idea de que una observación puntual no invalida el valor profesional de la persona. Separar la conducta del individuo es clave: no se trata de decir “no estás comprometido”, sino de señalar hechos concretos como “este informe se entregó fuera del plazo acordado”. Este enfoque reduce la carga emocional y evita malentendidos.

Además, el feedback debe ir acompañado de orientación. Ayudar al colaborador a pensar qué puede hacer diferente la próxima vez, qué apoyos tiene disponibles o qué recursos puede ofrecer la empresa, transforma la crítica en una guía práctica. Preguntas abiertas como estas invitan a la acción y a la reflexión conjunta.

Y, por supuesto, no puede faltar el reconocimiento. En equipos donde se señala constantemente lo que falta pero se valora poco lo que se logra, cualquier devolución se percibe como una amenaza. En cambio, cuando las personas se sienten vistas, respetadas y reconocidas, el feedback deja de ser temido y empieza a ser bienvenido.

Un liderazgo que cuida, incluso en los momentos difíciles

Acompañar la frustración no implica suavizar los mensajes, sino brindar un marco humano para procesarlos. Se trata de sostener, no de ceder. Cuando los colaboradores se sienten cuidados —incluso en los errores— desarrollan mayor confianza, compromiso y resiliencia. Así, cada devolución se convierte en una semilla para seguir creciendo, tanto individual como colectivamente.